HUMILDAD ETERNA
Por Francisca Palma Arriagada
En la intersección de la calle México con los Maitenes del Cementerio General de Santiago, casi al frente del Patio 29, un cúmulo de flores y un aura roja resalta del muro blanco que, adornado de epitafios y recuerdos, aloja a los nichos.
Fotografías que están guardadas en la memoria y que más de una vez hemos visto en las calles se asoman iluminando a ese colorido espacio. No es cualquier difunto que está en ese sepulcro: es él, actor y músico, Víctor Jara, asesinado en manos de la dictadura militar en 1973.
Cartas a mano, claveles, rosas, helechos y flores plásticas se amoldan en el cuarto piso de esta hilera vertical. Proyectándose hacía el frente, un banquillo acompaña a quien curiosamente se acerque y desee sentarse. El árbol que está a su izquierda no se escapó de la tónica escarlata y las letras a mano se hicieron parte de sus fibras. “Víctor, aunque no estás físicamente, siempre estarás en nuestras mentes” y “El amor se esconde en la guitarra y en el canto de Víctor Jara”, son poesías francas que maduraron y cayeron por su propio peso plasmándose en ese universo vegetal.
Visitantes frecuentes y curiosos posan su vista en este espacio que no todos conocen. Entre ellos, un niño se asoma, se detiene y contempla. Ese mirar esconde las interpretaciones que cualquiera puede hacer de este sitio y cargarlo así de motivadas o improvisadas significaciones: nada está determinado.
Los elementos de esa burbuja atemporal cargan de guirlandas navideñas y banderitas diciocheras los encuentros con Víctor. Dentro del cuadro, lo único que se escapa de la trampa colorada es un letrero verde comisaría. Interviniendo externamente y sin permiso, la oficialidad destinó algunas palabras limitadas solamente a sentenciar: PERSONAJE DESTACADO, Víctor Lidio Jara Martínez.
Alguien que pasaba por el lugar dijo que Víctor “debiera estar en un lugar especial”. Otro, sumándose agregó “que debiera ser más reconocido (…), preocuparse más de su tumba”. A pesar de aquello, otra persona distinguió que “quizás los familiares o sus compañeros directos lo quieren recordar así, humilde como fue, como representante de clase obrera”. ¿Puede ser juzgado un lugar por su apariencia?, ¿qué ha llevado a que esté así?
Respecto a la tumba y sus condiciones, en la fundación que lleva su nombre la respuesta es clara: “la voluntad de su mujer cuando lo pudo enterrar fue que el sepulcro fuera de piedra, lo más sencillo posible”. De allí hasta hoy, las cosas han cambiado en todo sentido, incluso este tipo de espacio que normalmente se caracteriza por la sobriedad, ha recorrido una trayectoria a la colectivización y a una apariencia espontánea.
ASÍ OCURRIÓ…
El mismo año de su muerte, Víctor Jara fue sepultado. Esto fue posible gracias a una llamada que recibió Joan Turner, su mujer. De no haber sido así, el artista estaría en una fosa común: “el 16 de septiembre le entregaron el cuerpo, sino lo iban a echar a la fosa común. Le avisó una persona que trabajaba en la morgue. Lo hizo para callado”. Respecto a su ubicación, “tocó la casualidad de que esa calle está llena de personas que tienen que ver con el golpe militar, fallecidas el 73”.
Así, la voluntad y el azar confabularon para que el contexto definitivo de Víctor fuese ese. Desde esa fecha, el lugar no encontró la opacidad y sobriedad ya que, como reconocieron en la institución, “los jóvenes se apropiaron de esto”. El entorno se llenó de recuerdos, emociones, momentos y pensamientos. Finalmente “el pueblo es el que maneja esa cosa”.
Saliendo de lo material y acercándose a lo abstracto, ese lugar está para visitar y para sentir, para reconocer que la memoria no se trunca: fluye. Visitar esta tumba es asistir a un espacio vivo en donde el transcurrir de los años no hará que el olvido se apropie de las intenciones, ni que la monotonía apoque el acorde que aún suena en la cabeza de este Chile.
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[…Mi canto es un canto libre que se quiere regalar a quien le estreche su mano a quien quiera disparar. Mi canto es una cadena sin comienzo ni final y en cada eslabón se encuentra el canto de los demás…]
"Canto libre", Víctor Jara
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