martes, 4 de diciembre de 2007

domingo, 2 de diciembre de 2007

La fábula del espectro


Érase una vez un bosque país llamado Chile. En este espacio paradisíaco y suculento convivía la especie revistas con muchas otras: diarios, canales, radios y demases.

Para sus desdichas, esta raza arribó en lo urbano, alejándose de la tierra prometida de la paz. Así fue como en ese lugar encontraron a otros seres que aprovechaban su estancia y comían dichosos su carne.

Por la demanda del consumo, las revistas se reprodujeron rápidamente, diferenciándose unas de otras gracias a sus propiedades camaleónicas. Unas apuntaron para allá y otras para acá por el sometimiento de los gustos de la comunidad.

Luego, con el transcurrir del tiempo, los devoradores se embriagaron con el vino de la avaricia y creyeron que no bastaba con engullirlas: había que poseerlas.

Así en el menú muchas fueron parte del mismo platillo e hicieron eco de lo idéntico, se pusieron secas y por más que le pusieron aliños artificiales, perdieron su sabor.

Todos los días se les ve pasar, pero no atraen a los devoradores comunes y corrientes. Ellos quedaron fuera por la monotonía.

Estando a fines del ciclo de la producción de este Chile, una raza enviada osó a salir del lugar al que había sido desplazada, cortó la sutil pero poderosa cadena, atravesó ese mar que tranquilo lo baña y desafió en la clandestinidad a los poderosos.

La cebra está llegando para reconquistar.

La voz pintada de rayas negras y blancas se dispone a ser oída y entrar en letras por las venas del alcantarillado.

Recorre las calles, se esconde sigilosamente en los rincones de la ciudad”.

SOLIDARIDAD Y EMPATÍA A LA CHILENA

por Javier Bertossi Urzúa

Acaba de terminar la Teletón 2007, en la que se superó ampliamente la meta propuesta. Durante 27 horas millones de chilenos se pegaron al televisor y fueron al banco a depositar con el propósito de ayudar a los niños discapacitados y confirmar una vez más y ante las cámaras la ya institucionalizada “solidaridad del chileno”. Por supuesto que no es por aguar la fiesta, pero quizás sería bueno desmitificar levemente aquel concepto, el cual algunos ya asumen como parte de nuestra idiosincrasia, dejando al descubierto algunas situaciones cotidianas en las que el Homo chilensis no es tan solidario como cree. Y por cierto, vale recordar que solidaridad y caridad son términos que, aunque a veces se confunden, no significan lo mismo.

Situación emblemática: sobre la micro. No sólo pecan de insolidaridad quienes se hacen los dormidos para no ceder el asiento: también lo hacen aquellos individuos –por lo general señoras de edad avanzada pero tampoco tanto, definidas como “especimenes de vieja” por Leonardo Sanhueza en una brillante columna aparecida años atrás en LUN- cuya necesidad de sentarse no es en absoluto imperiosa pero intentan por medio de artimañas como pucheros y miradas sufrientes despojar a los más jóvenes de sus asientos legítimamente obtenidos. Egoísmo puro y duro.

Otro caso digno de ser tomado en cuenta es la que se da en los baños de los malls y otros lugares públicos. Particularmente en los servicios de hombres –única experiencia a la cual se puede referir el autor, por lo demás-. No es para nada inusual encontrar en los urinarios chicles y pedazos de papel higiénico dejados ahí por los poco empáticos “traviesos” de siempre, lo que constituye no sólo una falta de respeto sino también una humillación gratuita para los encargados de limpiar los baños, que deben retirar con la mano los simpáticos “regalitos” que les dejan.

Ejemplos como los anteriores hay miles; basta con salir a pasear un rato por Santiago, por ejemplo, para darse cuenta. No puede ser ignorada la importancia que tienen las relaciones entre las personas que cohabitan en un mismo espacio, ni tampoco la influencia que éstas tienen, en caso de no ser las óptimas, sobre el estrés natural que conlleva el vivir en una gran ciudad. Puede parecer insignificante, pero si las mejoramos aunque sea en cosas mínimas –como las que aquí han sido planteadas- nuestra calidad de vida aumentará.

Hay que ingeniárselas para hacer que las personas tomen conciencia de esto. Quizás una campaña de parte de los autoridades, a lo “Piensa Positivo”, no vendría mal. Desde humilde blog, y quizás ingenuamente, planteamos la idea. ¿Qué tal?

sábado, 1 de diciembre de 2007

LA FLORIDA EN UN METRO


Por Viviana Vega Barrera

Vía rápida, vía lenta. Santiago se mueve en el Metro, entre tubos subterráneos que van tejiendo redes inconclusas, pasajes entre pasajeros, pasajes entre historias. El Metro, ese tren bajo tierra y sobre el aire, es el responsable que día a día millones de personas se miren y no se reconozcan, se trasladen y se encuentren, se distancien y se busquen.

Las estaciones ya no son consideradas sólo como un lugar de paso para trasladarse a otro punto. Poco a poco se han ido transformando en un espacio de movimiento, en donde existen interacciones de todo tipo por parte de la población. Es un espacio de flujo, un “no lugar”.

Es el caso de Bellavista de La Florida, ubicada en la línea 5 del Metro, entre las estaciones Mirador y Vicente Valdés. Esta estación es una de las que tiene mayor flujo de pasajeros, pues posee conexión con el Mall Plaza Vespucio, uno de los centros comerciales más grandes del país.

Bellavista de la Florida tiene cuatro salidas al exterior y otras dos salidas anexas, una que conecta al Metro con el Terminal Intermodal y la otra al mall. En sus pasillos es posible encontrar desde un patio de comidas hasta un Bibliometro (Biblioteca del Metro que permite a sus usuarios registrados la solicitud de libros).

Uno de los pasajes es una especie de aperitivo a lo que se puede encontrar afuera, pues tiene un patio de comidas (más pequeño que el del shopping), centros de pago, panadería-pastelería, centro de revelado, pequeños negocios equipados para satisfacer necesidades, entre otros.

Además, esta estación logra un interés extra, por su intención de incentivar la cultura dentro de los cientos de pasajeros. Es así como entre medio de las boleterías se puede observar una historia completa de la comuna: Barrios con Historia, El Santiago de todos.

En la salida por Cabildo se encuentra una de las diez Bibliometro que existen en el mundo subterráneo, creadas para estimular la lectura en los usuarios de este medio de transporte. Muchos se acercan y salen con miles de letras en el bolso.

Al caminar por los pasillos que conectan al exterior, se puede encontrar, por un lado, la Municipalidad de La Florida y por el otro un supermercado. En sus alrededores hay centros médicos y de educación. Toda la vida podría ocurrir por aquí, o por lo menos todos sus “trámites”.

Bellavista de La Florida muestra un encuentro de personas tan diversas que a veces sorprende. Se puede ver madres con sus hijos, parejas, curiosos, turistas e incluso la presencia de grupos urbanos, entre los que destacan los reconocidos pokemones, quienes se reúnen cada vez que pueden en este lugar. “Cuando tenemos que juntarnos, todos vamos pa’l 14, tenemos todo ahí mismo, hasta la feria artesanal”, dice uno de los jóvenes de chasquilla alisada. La Florida es una de las comunas más pob

ladas de Santiago, donde la “clase media” va en aumento. Es una comuna que pareciera que siempre está “en obras”, construyéndose de a poco y a veces sin sentidos. Es una especie de campo minado que el Metro articula como si se tratase de una gran cuncuna, a veces aterradora. Vía rápida, vía lenta…. ¿se ha detenido alguno de ustedes en su estación?


LA DAMA EN EL TABLERO


Por Viviana Vega Barrera

Hoy la actividad de la mujer ya no es tan silenciosa como lo era hace unos cincuenta años en Chile, cuando se les intentaba con mayor fuerza situar en un rol más discreto que el de los hombres. La lucha por la equidad en el acceso a derechos entre ambos sexos la han dado las mujeres siempre, y eso hoy se refleja en el reconocimiento de la sociedad a su trabajo, que no sólo se limita a la familia.

Han superado esa barrera machista que les impedía surgir, que si bien es cierto aún está latente, cada vez es menor su intensidad.Ya no sólo se destacan en el ámbito privado -el cuidar de la familia y del hogar-, sino que han logrado una igualdad en los cargos que desempeñan –con diferencias aún marcadas, eso sí, sobre todo en el ámbito de las remuneraciones-, llegando a ser una de ellas la cabeza de una nación.

Incluso la misma Presidenta se ha referido en varias ocasiones a la igualdad de género, señalando que las mujeres merecen las mismas oportunidades que los hombres: “Lo más importante hoy día en Chile es que nadie duda que haya suficientes mujeres para ocupar esas u otras posiciones de liderazgo", dijo en una ocasión al referirse a su gabinete.

También en las calles del país nos encontramos con mujeres realizando labores que convencionalmente eran consideradas para hombres. ¿Cuántas veces nos hemos visto sorprendidos al subirnos a un taxi o colectivo y encontrar a una mujer al volante? Pareciera algo banal, pero si nos fijamos mejor son este tipo de actividades e inflexiones las que abren los espacios.


La igualdad de derechos entre géneros es relevante para la transformación social; sirve para promover la democracia, además de considerarse como un punto de encuentro. Es positivo que los enfoques evolucionen: la sociedad logrará un avance mayor en materia de identidad, ya no estarán tan definidos los roles en la sociedad, las fichas se pueden cambiarlas fichas se pueden cambiar.


Hace rato que las mujeres salieron de sus casas para entrar al orbe que cultural e históricamente era absolutamente para los hombres, quedando ellas marginadas, bajo un poder que no sólo se ejercía en el ámbito privado sino en el público y que aún sigue ejerciéndose. Es por eso que no debe sorprendernos si el poder está en manos de una dama; el poder ejercido desde lo femenino, por que, como bien se sabe, en un tablero de ajedrez la dama se mueve para todos lados.