sábado, 1 de diciembre de 2007

LA DAMA EN EL TABLERO


Por Viviana Vega Barrera

Hoy la actividad de la mujer ya no es tan silenciosa como lo era hace unos cincuenta años en Chile, cuando se les intentaba con mayor fuerza situar en un rol más discreto que el de los hombres. La lucha por la equidad en el acceso a derechos entre ambos sexos la han dado las mujeres siempre, y eso hoy se refleja en el reconocimiento de la sociedad a su trabajo, que no sólo se limita a la familia.

Han superado esa barrera machista que les impedía surgir, que si bien es cierto aún está latente, cada vez es menor su intensidad.Ya no sólo se destacan en el ámbito privado -el cuidar de la familia y del hogar-, sino que han logrado una igualdad en los cargos que desempeñan –con diferencias aún marcadas, eso sí, sobre todo en el ámbito de las remuneraciones-, llegando a ser una de ellas la cabeza de una nación.

Incluso la misma Presidenta se ha referido en varias ocasiones a la igualdad de género, señalando que las mujeres merecen las mismas oportunidades que los hombres: “Lo más importante hoy día en Chile es que nadie duda que haya suficientes mujeres para ocupar esas u otras posiciones de liderazgo", dijo en una ocasión al referirse a su gabinete.

También en las calles del país nos encontramos con mujeres realizando labores que convencionalmente eran consideradas para hombres. ¿Cuántas veces nos hemos visto sorprendidos al subirnos a un taxi o colectivo y encontrar a una mujer al volante? Pareciera algo banal, pero si nos fijamos mejor son este tipo de actividades e inflexiones las que abren los espacios.


La igualdad de derechos entre géneros es relevante para la transformación social; sirve para promover la democracia, además de considerarse como un punto de encuentro. Es positivo que los enfoques evolucionen: la sociedad logrará un avance mayor en materia de identidad, ya no estarán tan definidos los roles en la sociedad, las fichas se pueden cambiarlas fichas se pueden cambiar.


Hace rato que las mujeres salieron de sus casas para entrar al orbe que cultural e históricamente era absolutamente para los hombres, quedando ellas marginadas, bajo un poder que no sólo se ejercía en el ámbito privado sino en el público y que aún sigue ejerciéndose. Es por eso que no debe sorprendernos si el poder está en manos de una dama; el poder ejercido desde lo femenino, por que, como bien se sabe, en un tablero de ajedrez la dama se mueve para todos lados.

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